La semana pasada tuve la ocasión de impartir un Taller de Redes Sociales a empleados públicos (a la vez que compañeros) de la Generalitat Valenciana. Este curso está incluido en el Plan de Formación 2015 que el Instituto Valenciano de Administraciones Públicas (IVAP) diseña para sus empleados y creo que es un paso importante para ir introduciendo las redes sociales en el seno de nuestras organizaciones.
En los últimos años muchas administraciones públicas han ido tomando conciencia de la necesidad de estar presentes en las redes sociales si realmente queremos acercarnos a los ciudadanos y establecer canales de comunicación directos y eficaces con ellos.
Poco a poco se han ido abriendo cuentas y perfiles con mayor o menor fortuna y en la mayoría de los casos han sido los gabinetes de prensa y comunicación los que se han encargado de su implementación, puesta en marcha y gestión.
Y es entonces cuando hemos empezado a detectar la brecha que existe entre tener presencia en redes sociales y ser una administración 2.0, ya que aunque no disponemos de datos oficiales (estaría bien realizar una encuesta al respecto) todo apunta a que una gran mayoría de los empleados públicos no sólo no tiene presencia en redes sociales, sino que desconoce las ventajas y utilidades que el uso de las mismas puede reportarles en su trabajo diario.
Son muchas las administraciones públicas, y sobre todo aquellos que están al frente de las mismas, los que siguen levantando muros y barreras a su acceso y ven en las redes sociales poco menos que la representación del maligno. Muchos observamos incrédulos cómo se limita el acceso a los funcionarios a las redes sociales e incluso a internet, cómo se “capan” ordenadores y se restringen usos, llegando incluso a recogerse tipos de infracciones y sanciones al respecto.
Creo sinceramente que es un debate estéril: si quiero utilizar redes sociales lo haré, y lo haré porque la tecnología me lo permite hacer desde mi Smartphone. Tan simple como eso. Por tanto no se trata tanto de prohibir y restringir sino de animar a hacer un uso responsable de las mismas, al igual que se debe hacer del teléfono o de los bolígrafos que la administración pone a nuestra disposición para desempeñar nuestro trabajo.
Debemos enseñar y formar a los empleados públicos a utilizar las redes sociales para que puedan utilizarlas e integrarlas como una herramienta más de trabajo, las cuales les permitirán establecer contactos y relación con otros profesionales y empleados públicos, poder acceder y compartir información de interés de su ámbito o sector, crear y participar en grupos de debate, conocer las opiniones de los ciudadanos, trabajar de forma colaborativa… sin duda todo esto redundará en beneficio de su trabajo y en la calidad y el servicio que le ofrecemos al ciudadano que al final es el objetivo de todos.
Es una experiencia increíble ver cómo sólo unos días antes los alumnos del Taller no conocían las redes sociales (sólo alguno tenía perfil en Facebook y no lo utilizaba habitualmente) y cómo poco a poco han ido descubriendo el potencial que las mismas les ofrece no sólo a nivel personal sino sobre todo en el ámbito profesional.
Es una suerte poder acompañarles en ese camino de aprendizaje, de descubrimiento, me quedo con sus caras y expresiones de asombro al descubrir como con un simple tuit podemos llegar a miles de personas, de qué forma tan sencilla podemos estar conectados con otros profesionales a través de Linkedin o de cómo existe ya una red social de la administración pública de la que forman parte ya más de 3.000 funcionarios públicos, NovaGob.
Si queremos que nuestras administraciones públicas sean 2.0 debemos contar con funcionarios 2.0, por lo que deberemos darles la formación adecuada y las herramientas necesarias, además de no olvidarnos de derribar los muros mentales que todavía nos separan de ser una auténtica administración en red.
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