¿Saben las administraciones públicas valorar, promover y retener el talento que tienen?
El otro día un compañero (y amigo) con el que llevo trabajando varios años vino a hablar conmigo para decirme que se iba a trabajar a otra administración pública. Le habían llamado para poner en marcha un nuevo proyecto, y a pesar de que el nuevo puesto está más lejos de su casa y de que el sueldo es menor, el proyecto le motivaba tanto como para aceptarlo.
Más allá del aspecto personal he de decir que es un excelente profesional, una de esas personas que suman en cualquier proyecto con una motivación y entrega al trabajo digno de admirar, y sí, estoy hablando de un funcionario público. Sin duda, es una pérdida para la organización en la que está trabajando y una ganancia para aquella que lo recibe.
Pero ¿qué ha hecho la administración en la que trabaja para retener ese talento y no dejarlo escapar? Simple y llanamente, nada.
No es este un caso asilado, en los últimos años he venido observando cómo algo está cambiando en las administraciones públicas, el talento empieza a ser valorado no sólo dentro de la administración pública sino también por las empresas privadas, y así son varios los conocidos que se han pedido excedencias en sus puestos para irse a empresas privadas o incluso para montar su propia empresa.
Que en la administración pública hay personas de una alta calificación profesional es algo cada vez más evidente. En las últimas décadas han llegado a la administración pública personas con una alta cualificación y preparación debido en parte a unos procesos de oposición cada vez más exigentes que ha permitido que sólo los mejores accedan a la misma. Profesionales que más allá de los tópicos de funcionario apalancado son personas innovadoras, inquietas, trabajadoras, y que creen firmemente en una administración pública moderna y eficiente al servicio de los ciudadanos.
¿Saben las administraciones públicas valorar, promover y retener el talento que tienen?
Sinceramente creo que no, y mira que es fácil hacerlo porque todos conocemos las reglas del juego en las que nos movemos. Un funcionario sabe que aunque haga su trabajo mejor que nadie, que por muy eficaz y brillante que sea no le van a recompensar ni con un viaje de empresa, ni con stock options o con un puesto mejor. La recompensa del talento en términos económicos o de promoción profesional en la administración pública están limitados por la normativa.
¿Entonces? ¿cómo podemos retener el talento?
Pues dejando hacer. Tan simple como eso. Dejar que aquellos talentos de tu administración puedan diseñar proyectos innovadores en los que desarrollen todo su potencial y lo pongan al servicio de la administración, y en definitiva, al servicio de los ciudadanos y de la sociedad. Hay empleados públicos que aunque tienen unas funciones asignadas son capaces de desarrollar otras muy por encima de lo que se les exige y por lo que se les retribuye, y simplemente lo hacen porque necesitan embarcarse en proyectos y poder ofrecer todo el potencial que tienen, porque la rutina y la monotonía les agrada a los mediocres pero hunde a los brillantes.
[bctt tweet=»La rutina y la monotonía les agrada a los mediocres pero hunde a los brillantes » username=»AmaliaLopezAcer»]
Imagínense que en Google trabaja un ingeniero o ingeniera que tiene asignada ciertas funciones, pero no se queda sólo en eso sino que, aunque nadie se lo ha pedido, ha diseñado una nueva aplicación que puede revolucionar el mercado o un proceso de gestión que puede ahorrar miles de euros a la empresa, ¿ustedes que creen que harían en Google?
Bueno, pues en la administración te dirían que ese no es tu cometido, o lo que es peor, no te harían ni caso porque no se le ha ocurrido a la jefa o director de turno.
¿Están proponiendo acaso cosas descabelladas?
No, los funcionarios también saben en qué ámbitos se mueven y saben de las limitaciones económicas, de personal y de competencias que tienen cada una de sus administraciones públicas para proponer proyectos nuevos.
En la mayoría de ocasiones lo que proponen son pequeños cambios en la organización, en procedimientos, en la adopción de nuevos esquemas de trabajo, o de nuevos proyectos partiendo del conocimiento profundo que tienen de la organización en la que trabajan desde hace años.
Sin embargo, sí que hay personas en las administraciones públicas que saben detectar el talento y les hacen caso y deciden “dejarles hacer”. Buscan entre los diferentes departamentos y los atraen a los suyos ofreciéndoles, ¿más dinero? ¿más poder? no, sólo dándoles más capacidad para poder desarrollar todo su potencial, para que su motivación, esfuerzo y talento se ponga realmente al servicio de la sociedad. Por eso encontramos administraciones públicas que son un modelo a seguir y otras que lo son, pero para no seguir.
Esta entrada para por ti “amigo” y sigue desarrollando todo tu talento.